Hasta hace poco, pensábamos que la principal fuente de contaminación en las grandes ciudades era la que provenía del tráfico rodado que atesta calles y autopistas. De ahí pudimos presenciar las medidas tomadas en muchas grandes capitales para limitar la circulación de vehículos privados, o el imponente aumento en impuestos a los coches más contaminantes. Recientes estudios realizados en Estados Unidos han determinado que hay otros factores que influyen casi tanto en la contaminación atmosférica como el propio del sector del transporte.
El estudio, liderado por la NOAA (National Oceanic and Atmosferic Administration) y publicado por la revista ‘Science’, afirma que “el uso de perfumes, detergentes, pinturas, productos de limpieza o pesticidas contaminan el aire de nuestras ciudades casi tanto como los vehículos, emitiendo pequeñas partículas que pueden provocar enfermedades respiratorias o incluso cáncer en algunos casos” (EFE, 2018). De hecho, en esta revista se afirma que la contaminación provocada por este tipo de productos es el doble de grave que la emitida por los automóviles ¿El motivo? Que mientras la industria automovilística ha hecho grandes esfuerzos por fabricar vehículos cada vez menos contaminantes, el resto de fuentes contaminantes han ganado peso a la hora de contaminar la atmósfera. Con gestos, además, tan inocentes como ponernos un perfume a primera hora de la mañana.
El asunto ha saltado a las portadas de los principales medios de comunicación de todo el mundo tomando como ejemplo Los Ángeles, la ciudad que ha sido objeto de análisis en este estudio recién publicado. En esta ciudad californiana, los investigadores han medido la presencia de partículas en el aire de la ciudad, pero también en el interior de las casas. Y los resultados no pueden ser más negativos, ya que el estudio ha detectado que la cantidad de volátiles contaminantes emitidos por los productos de consumo es dos o tres veces mayor que lo que todo el mundo pensaba.
Es más, la concentración de estas partículas en el interior de las viviendas es mayor que en el exterior en muchas de las viviendas estudiadas. Dado que en el interior de las casas no circulan vehículos, y en muchos casos hay más partículas que en el exterior, hay que buscar otras fuentes contaminantes. Y ahí es donde entra la presencia de perfumes, detergentes y otro tipo de productos de consumo que en principio tienen partículas que deberían desaparecer al emitirse, pero que realmente no lo hacen. El motivo es que muchos de estos productos son derivados del petróleo, y al volatilizarse, provocan una reacción similar al de los combustibles fósiles. El estudio también ha comprobado que hay mayor concentración por las mañanas, justo cuando más se utilizan este tipo de productos.
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